CHICO BUARQUE: EL ÚLTIMO PIRATA DE LA COSTA COQUIMBANA

Chico Buarque de visita en la playa. Fuente imagen: Facebook de Chico Buarque de Chile.

Hacia 2015, aproximadamente, comenzó a hacerse cada vez más conocido, en la Región de Coquimbo, un can de patas cortas y pelaje corto color mostaza, que por alguna razón llevaba el nombre de Chico Buarque de Chile. Tal bautizo es un homenaje bastante particular al poeta, músico y escritor brasileño así llamado, además del aspecto físico que tenía el can cuando pequeño: chico y tostado, como café carioca.

El perro, nacido el 25 de febrero de 2012, ahora paseaba y era retratado insistentemente en las calles, ferias libres, plazas y playas de la ciudad de La Serena, ganándose después páginas propias en las redes sociales, en donde es saludado por sus amigos y admiradores humanos. Hasta una canción le escribieron poco después, que decía en sus estrofas:

Chico Buarque es nuestro amigo
un canino singular
cuando salga por la calle
a la gente va a impactar.

La belleza y la ternura
nunca se vieron igual,
Chico Buarque es más que un perro
¡Es nuestro héroe nacional!

¿Qué puede llevar a tanta popularidad a un simple perro quiltro, como tantos que se ven allá mismo y en todo Chile? Varios factores facilitaron la construcción de la fama alrededor del Chico Buarque, en realidad: además de su profunda relación con la identidad local serenense expresada en las redes sociales de internet, el día viernes 17 de noviembre de 2017, el perro recibió el primer premio del certamen titulado “Tesoro Canino Vivo”. El reconocimiento, que se entregaba por primera vez, consideró la popularidad del perro y su presencia en internet como méritos a premiar.

A su vez, la entrega de aquel galardón tuvo lugar al inaugurarse la exposición del artista visual y Licenciado en Artes José Manuel Jiménez Bustamante, ese mismo día en la Casa de las Artes de Coquimbo, titulada “Los perros choros”. La muestra con imágenes pictóricas donde la escena realza la importancia cultural de perros, incluía un retrato del propio Chico Buarque de Chile, sentado señorialmente en un sofá, apoyado sobre el posabrazo y con una pequeña pelota de juguete en sus patas, su favorita en el mundo real.

La última gran publicidad para la imagen del perro la recibió en septiembre de 2019, con la circulación de otra curiosa imagen en donde aparecía en la orilla de la playa  con un carísimo reloj puesto en una pata y con el mensaje recordando que la elegancia está en la actitud.

Vamos remontándonos en su semblanza, entonces... Poco tiempo después de nacer, el gordo y gimiente perrito había sido adoptado en una feria libre por Rodrigo Acuña, residente de un condominio de La Serena y quien se ha encargado ahora de expandir la popularidad del can en las redes sociales. Lo encontró allí accidentalmente y se encantó con el mismo. Lo primero que sucedió cuando lo tomó en brazos, sin embargo, fue que el pequeño perro se orinó sobre él, algo que su flamante dueño tomó como señal del destino. De hecho, se volvió a orinar varias veces más de camino a casa, a bordo del automóvil, sin dejar de ser perdonado.

Ya más crecido, Chico Buarque suele ser sacado a pasear diariamente y mantiene amistades cordiales con varios otros perros de los barrios por donde suele verse, como otro más grande pero de su mismo color, llamado Román; otra conocida perrita llamada Lulú; y también su compañero de vida Maximiliano, el Loco Max, llegado poco antes de ser premiado en 2017, perro de mayor tamaño aunque menor en edad y que suele escoltarlo en las playas donde tanto juegan. Chico Buarque hizo amistad también con la gatita Olivia, con la que comparte espacio en el departamento.

Con otros perros, sin embargo, a veces es agresivo y no medita mucho en las diferencias de tamaño o de ferocidad. En una de sus correrías, de hecho, había recibido una paliza de otro perro a inicios del año 2016, debiendo ser intervenido en una clínica veterinaria ante la expectación de sus fans. Terminó sólo con algunos puntos, un collar isabelino y el orgullo canino muy averiado.

Retrato de Chico Buarque, del pintor José Manuel Jiménez Bustamante. Fuente imagen: diario "El Día".

Chico Buarque con su amigo Loco Max. Fuente imagen: Facebook de Chico Buarque.

Cuando Chico Buarque está con ganas urgentes de salir y su dueño aún duerme en las mañanas, suele saltar a su cama para despertarlo y apresurar la hora del paseo. Le gusta visitar mercados y ferias según parece, además de ser reconocido y acariciado con frecuencia por la gente de estos lugares. También es corriente verlo presente en eventos públicos, especialmente si están relacionados con mascotas, como es el caso de la feria “Pet Pelusa” de la región, en donde fue invitado en enero de 2019 por tratarse de uno de los casos más curiosos de perros “influencers” en Chile. Ocasionalmente viaja a otras ciudades como Valparaíso y Arica, en donde tuvo cierta aventura amorosa según recuerda su diario virtual de vida.

A pesar de esta las costumbres, el can ha estado bastante gordo en algunos períodos, aunque todo bajo control. Su atención veterinaria siempre ha estado responsablemente cubierta, además. Sin embargo, el gusto por romper los almohadones, robar pantuflas y hasta destruir su propia camita acolchada, tropelía en la que Max se hace cómplice, lo ha puesto en conflictos con su amo, que ha intentado alejarlo de este pésimo comportamiento. También ha sido castigado por robarse sándwiches de la mesa, en alguna distracción de su amo.

Cuando comenzaron las olas de movilizaciones y enfrentamientos callejeros en octubre de 2019, con la imagen del mítico perro Matapacos como emblema de muchos manifestantes, a Chico Buarque le fue incorporada la característica prenda rebelde del pañuelo rojo en su corto cuello, que ha usado habitualmente desde entonces. Como varios otros regalos que llegan al perro, el pañuelo era un obsequio de uno de sus admiradores, aunque ya siendo pequeño le ataban también un paño de este color por razones estéticas, que ahora cobraban connotaciones políticas. En otras ocasiones más elegantes, sin embargo, le coloca un elegante cuello blanco con corbata de humita, realzando sus más profundos abolengos, ya poco visibles en su naturaleza de quiltro. Con esta pinta recibió su premio, de hecho.

Desde muchos puntos de vista, Chico Buarque de Chile es un ejemplo apropiado para representar nuestro extraño impulso por humanizar también a las mascotas y animales domésticos, haciéndolos protagonistas de historias propias en el mundo de los hombres, romantizando la situación del cautiverio y negándonos un poco a las realidades biológicas que tantas veces, con indiferencia cruel, se nos hacen manifiestas cuando toca enfrentar la realidad, como el envejecimiento de nuestros mejores amigos, sus dolorosas partida y sus cortas existencias. Nuestro cariño por ellos, entonces, nos lleva al dulce engaño que querer verlos como nosotros, con nuestros beneficios y prebendas, y así los tratamos como tales mientras la vida nos los permite.

Mientras tanto, ajeno a las filosofías y reflexiones más oscuras de nuestra convivencia o “pacto” entre perros y hombres, Chico Buarque disfruta como todo perro en esas costas coquimbanas, colmadas de historias de corsarios, expediciones y naufragios. El último pirata conquistador de la provincia, entonces, quizá corresponde a este retozón y vivaracho can, que permanece muy activo y agregándole más capítulos a su historia en la hermosa y colonial ciudad de La Serena.

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