EL SECRETO DE UNA PIEDRA CABEZA DE PERRO EN EL LLANQUIHUE

La llamada Piedra Snoopy o del Perro en el acceso a la ciudad de Puerto Montt. Fuente imagen base: Google Street View.

Cada cierto tiempo, aparece en nuestro país alguna clase de monumento improvisado o punto de recuerdo especial para los perros populares de la sociedad chilena, con el objetivo de congraciar la memoria de aquellos que fueron capaces de construir su propia historia hecha de hazañas o periplos dignos de admiración. Algunos memoriales de mascotas fallecidas pueden verse en barrios obreros y modestos de las ciudades, por ejemplo, a modo de homenajes póstumos o intentos de consuelo por sus ausencias.

Un caso singular con aquellas características otorga existencia post mortem a otro can que vivió humedecido por las brisas marinas, frente al puerto y la costa de Puerto Montt. Allí, en aquellos maravillosos dominios bañados por las aguas del Reloncaví, los viajeros pueden contemplar una gran roca pintada de blanco y negro, popularmente llamada con nombres como "Piedra del Perrito”, “Snoopy” o “Rocky”, ubicada a un costado de la entrada principal de la ciudad. Está en la Ruta 5 Sur de la carretera Panamericana, justo por donde se halla el empalme de la autopista hacia el sector La Paloma.

La extraña roca, que ha sobrevivido a enormes modificaciones de estas carreteras y también a los vandalismos de la pintura en aerosol, recuerda a uno de los símbolos vivientes más queridos que tuvo la ciudad: un can con cierta semejanza al perro Washington de las tiras cómicas de Pepo ("Condorito") y que inspiró aquella pintura de su cabeza sobre la gran roca, amada por unos y criticada por otros.

Copito, el retratado, fue un queridísimo fox terrier parecido a la variedad inglesa y chilena, aunque fino según se cuenta, y que tuvo sus buenos días en esta metrópoli. Todo un personaje, el adorable perro vagaba por las calles del sector frente al puerto, las caletas y el sector de Angelmó, donde se lo tenía por estrella. Su nombre se debía al blanco dominante en su pelaje, que contrastaba con las manchas negruzcas de su cabeza, aunque por esta combinación otros lo llamaban también Colo-Colo, en alusión a los colores del popular club deportivo.

Hubo un tiempo en que no se sabía con seguridad si Copito tuvo o no dueños permanentes, que le permitieron aquella vida en libertad urbana. Ciertas versiones de su historia señalan que siempre se crió en las calles, como perro comunitario del barrio en el puerto. Sin embargo, en un artículo del medio comunicacional Soy Puerto Montt, del 10 de noviembre de 2013, doña Teresa Einfalt, esposa de don Héctor Reyes, el autor del monumento en la piedra en la carretera y lo más parecido que pudo haber tenido a un amo, recuerda algo interesante sobre el simpático perro inspirador de la obra:

Toda la vida cuidó a mis tres hijas. Estaba todo el tiempo al lado de ellas cuando eran chiquititas. Aquí no había cerco. Entonces Héctor pasaba y le decía al perro, cuídame a las chicas. Y el perro se quedaba ahí… Una vez fui a comprar a un negocio que quedaba cerca. Entonces al llegar un caballero le levantó una pierna y yo le dije, cuidado, no lo vaya a patear. No señora, me dice, ¡cómo voy a patear a Colo-Colo! No, le dije yo, se llama Copito. No, para nosotros es Colo-Colo, porque anda con nosotros todo el día.

El cariñoso perro llegó a ser una presencia bienquista entre cargadores portuarios y vecinos del sector de la avenida Angelmó. Se hizo mascota de muchos al mismo tiempo, en consecuencia. También habría tenido fama de galante, enamoradizo y bohemio, con algunos enredos amorosos entre las perras de las residencias a este lado de la ciudad. Casi no había, por entonces, habitante de aquellos barrios que no supiera algo siquiera sobre sus aventuras, aunque sobreviven de él muy unas pocas fotografías particulares, tomadas por residentes que alcanzaron a retratarse con la querida mascota.

Don Héctor Reyes posando junto a la Piedra Snoopy de la entrada de Puerto Montt, que en realidad es una representación de Copito. Imagen publicada en el sitio Soy Puerto Montt, artículo "Copito: el fox terrier que inspiró la piedra-perro que da la bienvenida a Puerto Montt" de Nicolás Binder (10 de noviembre de 2013).

Copito, el verdadero protagonista de la historia, en imagen publicada por el mismo reportaje de Soy Puerto Montt y en el diario "El Llanquihue".

Copito: el fox terrier que inspiró la piedra-perro que da la bienvenida a Puerto Montt

Copito: el fox terrier que inspiró la piedra-perro que da la bienvenida a Puerto Montt



Fuente: soychile.cl - https://www.soychile.cl/Puerto-Montt/Sociedad/2013/11/10/212043/Copito-el-fox-terrier-que-inspiro-la-piedraperro-que-da-la-bienvenida-a-Puerto-Montt.aspx

Por desgracia, llegó el día en que la muerte alcanzó también a Copito sin que alguien pudiera preverlo, según entendemos. La noticia de su partida provocó gran desazón entre sus amigos puertomontinos, pero gracias a su monumento allí en la entrada a la ciudad, tan triste deceso no logró poner fin a su historia, ni a condenarlo al olvido.

Si bien la roca mantiene su actual aspecto general desde la primera mitad de años ochenta, los sucesivos retoques han hecho que, de manera gradual, semeje más al personaje Snoppy que al original Copito. De todos modos, la piedra en la carretera rinde homenaje y venera el recuerdo del can más desde el cariño que desde el espíritu artístico. Su cabeza fue pintada en ella medio en broma y medio en serio por Reyes, quien aprovechó la singular forma de la piedra que llevaba tantos años ahí, al costado de la ruta como un peculiar y casual anuncio de la proximidad del área urbana de Puerto Montt, de la misma manera que el antiguo y gigantesco tocón de alerce conocido como la Silla del Presidente lo hace por el lado del camino viejo, al interior.

Aunque después sería propietario de una residencial y hostal en pleno centro de la ciudad, cuando hizo esta obra el señor Reyes trabajaba con su camión para servicios de la municipalidad, durante la época de la alcaldía de Jorge Brahm Yuraszeck (1980-1985). Fue en estas funciones que le bajó la inspiración para convertir la piedra en la cabeza del perro que tanto quiso. Entrevistado para el mismo medio informativo antes mencionado, confesaba la razón por la que se le ocurrió pintar la piedra: “Cuando uno viajaba de Puerto Montt a Puerto Varas se veía una piedra no más. Pero cuando uno venía de Puerto Varas para acá, a lo lejos se distinguía la cara de un perro”.

Desde entonces, la piedra de Puerto Montt se ha conservado y ha sido repintada varias veces, en un intento por mantener el retrato original del can que hoy nada más vive en esa roca y en la buena memoria de los antiguos residentes de la ciudad, aquellos que pudieron a conocerlo. Se temió que fuera destruida en cada remodelación o mejoramiento del sector e incluso, poco antes de la entrevista al matrimonio Reyes Einfalt, el Ministerio de Obras Públicas tuvo que salir a anunciar que la piedra se mantendría y que sólo sería acomodada en otro lugar adyacente a su ubicación antigua, para facilitar los últimos grandes trabajos en la autopista.

La familia se encargó de la pintura periódica de la piedra por un tiempo más y ahora diferentes manos intentan conservarla limpia y presentable, como un informal saludo de Puerto Montt a los visitantes que llegan desde el norte. Quizá algún día, si el rasgo general de la imagen retratada se mantiene y no cae en la destrucción que tanto gusta a nuestra sociedad, pueda incorporársele algún detalle como placa o panel que vincule más explícitamente esta prenda memorial del perro Copito, cuya reminiscencia allí es perpetuada.

Comentarios