AVENTURAS NÁUTICAS DE ROCKY EN LA “ELICURA”

Rocky en su barcaza, en 2017. Fuente de la imagen (y las inferiores): Facebook de la Armada de Chile.

Es algo conocido el que, siguiendo una antigua tradición naval, la Armada de Chile registra una tremenda cantidad de canes incorporados en categorías emocionales y formales que trascienden a la de meras mascotas. Esta costumbre, muy consolidada e institucionalizada, debe haber llegado por tradiciones europeas antiguas que incorporaban perros en los buques y que, en el caso chileno, comenzó a ponerse en práctica desde las primeras escuadras, durante las Guerras de Independencia.

Rocky es un gallardo y elegante perro pastor alemán de mar en dicho estatus: un bello perro de pelaje café claro y oscuro, aunque su barbilla y parte de los labios emblanquecidos revelan que ya está entrando en la última adultez de los canes. Sin embargo, su nombre cuelga infantilmente en la medalla que lleva en la correa del cuello, con la silueta de un hueso, cual se tratara aún de un cachorro.

Por sobre todo, hay algo cautivante en la mirada un poco triste del perro marino; algo profundo que enternece a la vez que amedrenta, como si se hubiese acostumbrado en sus andanzas náuticas a mantener esta estampa hidalga: la del perro que posa mirando hacia el horizonte infinitivo, altivo y en la conexión perfecta con la inmensidad del mundo mismo, con el secreto más recóndito e inexpugnable de los océanos que lo ven pasar

Rocky es, además, una de las celebridades de la Armada de Chile, que ha dedicado para él algunas publicaciones dando detalles del caso y de las cualidades del particular perro. Tripulante y habitante de la barcaza LSM-90 "Elicura", de la Tercera Zona Naval, su hogar flotante mide 44,2 metros de eslora y 10,36 metros de manga. Su principal trabajo a bordo es como dotación del bote de goma, con el equipo encargado de este vehículo. De hecho, el bote suele ser descendido al mar por las grúas, con él arriba del mismo, feliz de saber que saldrán hacia tierra. Le fascina mordisquear el agua y los brotes de espuma cuando avanza a toda velocidad a bordo de la lancha, además, asomándose por los costados durante el viaje.

Desde su llegada a la barcaza en 2008 y en su rol de dotación del bote, Rocky ha participado en varias operaciones anfibias y en labores de mantenimiento de la señalización marítima, especialmente en las aguas legendarias e históricas del Estrecho de Magallanes, esas que inflan de románticos sentimientos los pechos de todos los hombres de mar. Su descrita figura gallara ha pasado por los derroteros entre el Faro San Pedro y el Cabo de Hornos, en las mismas tareas de ayudar para la mantención de señales. Y si no está afuera enfrentando vientos o brisas, suele estar echado durmiendo adentro, en algún pasillo o bajo una escotilla.

Otro talento que celebran al perro en la institución, es su capacidad de ayudar en las tareas de puerto cuando zarpa o recala la nave, de manera parecida a como se ha visto hacerlo a otros perros en nuestro país, como es el caso del llamado Maniobra ayudando a tirar las cuerdas de los barcos que tocan el puerto de Arica. Rocky apoya el trabajo participando en las estaciones de amarre de las cuerdas espías, como lo ha informado la propia institución: ayuda a atraparlas con sus fauces y las entrega obedientemente al personal encargado. Nunca se marea; tampoco se aburre. Ni el frío, ni la nieve, ni las lluvias torrenciales del extremo austral lo desalientan en estos servicios.

La misma Armada de Chile agrega algunos detalles sobre el carácter alegre y juguetón del viejo can: le encanta perseguir piedras incluso cuando caen al agua, pudiendo aguantar la respiración varios segundos antes de encontrarla, como informaban sobre él en septiembre de 2017, cuando le hicieron un pequeño homenaje institucional en redes sociales, acompañado de una fotografía de Rocky en donde se le ve junto al salvavidas de la “Elicura” usando su capa-uniforme. La nota fue reproducida también en otros medios, pues llamó la atención la breve pero interesante reseña sobre los dotes del perro.

En julio del año siguiente, cuando cumplía ya una década en la “Elicura”, Rocky fue uno de los perros que la Armada de Chile presentó en una nómina de mascotas de la institución, junto con otros asombrosos y fascinantes casos como el de Valentina Gan (del Grupo Aeronaval Norte de la Armada de Chile en Iquique), Calamar (del patrullero PSG-71 “Micalvi”), Thor (del buque patrullero OPV “Cabo Odger”), Chasca (de la Escuela de Grumetes), Estela Copahue (de la lancha LSG “Arica”) y Rezón (del buque hospital PMD “Videla”), cada uno con su propia y singular historia.

La reseña que publicó entonces aquella rama armada sobre la semblanza del respetado marino Rocky, decía a los lectores de sus redes sociales de internet:

Rocky lleva 10 años como miembro de la Armada. Perteneciente a la barcaza LSM "Elicura" ha participado de numerosas operaciones anfibias y en el mantenimiento de la señalización marítima en aguas del Estrecho de Magallanes.

Cumple, también, labores de ayuda en el amarre de la embarcación cuando la nave zarpa o recala. Buena nadadora tiene el registro de poder hacer apnea durante 10 segundos.

Él toma guardia todos los días como Ayudante del Cabo de Guardia y Guardián del portalón.

En diciembre de ese mismo año, celebrando los 50 años de servicios de la barcaza, la Dirección de Comunicaciones de la Armada de Chile volvió a rendir un pequeño homenaje de redes sociales para Rocky, acompañado de un breve video dedicado a él, por tratarse del residente más antiguo en la historia de la nave. La barcaza, a su vez, es la embarcación activa más antigua después del Buque Escuela “Esmeralda” y la más antigua de las que operan en territorio patagónico, por lo que es todo un símbolo de servicio y tradiciones institucionales, con perro y todo.

Para marzo de 2019, y luego de varios días de trabajo, la “Elicura” debió dar mantención de más de 80 señales y balizas marítimas entre el Golfo de Penas y el Cabo Tamar, además de cubrir labores de reaprovisionamiento de zonas aisladas, al mando del Capitán de Fragata Bernard Arentsen. En las tareas, por supuesto, estuvo el viejo y leal Rocky acompañado y alegrando al personal marítimo por las de 1.580 millas náuticas que abarcaron estas demandas.

Querido y reverenciado por todo el personal, entonces, el bienquisto can es considerado un camarada y un amigo, como sucede con todos estos perritos de dotaciones navales. Sus años de trabajo, bastantes para el mundo perruno, le han ido otorgando también el prestigio de toda una celebridad y de veterano en la misma rama armada. Muchos lo conocen y saludan en tierra, además, cuando la barcaza entra a puertos como el de Punta Arenas. De hecho, también es una figura conocida y admirada en todos los territorios por donde transita la nave con él en cubierta, especialmente entre los niños, por los que el can parece tener especial interés y simpatía, mutuamente.

La aventurera vida de Rocky se ha fundido con la “Elicura”,  entonces, pasando a ser parte de su inventario patrimonial y de la propia semblanza de la barcaza, con sus grandes travesías. El perro sigue siendo parte de sus operaciones anfibias, de los transportes de tropas de Infantería de Marina y de las demandas que involucran las tareas de dar mantenimiento a la señalización de los mares más australes del continente.

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