BIGOTE, EL SEÑOR PRESIDENTE DE LOS QUILTROS

Bigotito en 2011, en un apacible descanso en la Plaza de la Constitución, enfrente del Palacio de la Moneda... "Su" plaza. Fuente imagen: Twitter de Pantera de Chile.

En tiempos inmediatamente posteriores a la famosa aventura del perro Rucio en las cuadras del Palacio de la Moneda, un perro distinguido de la casa presidencial y amigo de la Guardia de Palacio fue conocido con particular cariño y bautizado Bigote, Bigotito o Bigotes. Llegó a ser motejado en alguna ocasión como “el Señor” y “el Rey de la Moneda” por quienes reconocen esa imagen de un singular can que, como en el mismo caso de Rucio, construyó su fama enteramente en las puertas de “la casa donde tanto se sufre”.

Se trataba de un quiltrito de aspecto inofensivo que llegó a pasearse con frecuencia por el sector de la Plaza de la Ciudadanía y la Plaza de la Constitución. Tanto, que se hizo cosa habitual encontrarlo en la calle Moneda o enfrente del palacio. Su aspecto recordaba a lo lejos a un fox terrier de cara barbuda y pelaje como tapete. Por lo mismo, destacó de inmediato del resto de los perros de la manzana cívica por sus colores negros, jaspeados y marrones en su pelo esponjoso, además de las características marchas blancas en la boca, barbilla, cuello, pecho y los “soquetes” de manos y pies, con sus bellos ojos claros siempre atentos.

Contaban por el barrio que Bigote llegó allá después de Rucio y su nombre comenzó a sonar hacia 2009, aunque algunos de entre quienes lo conocieron aseguran que no se toleraban mucho entre sí durante el período en que ambos convivieron allí. Se sabe también que ciertos locatarios del sector le llevaban comida, por lo general sobras de restaurantes y huesos, aunque serían funcionarios de la Guardia de Palacio y de Carabineros de Chile en general, una vez más, quienes adoptaron al simpático perrito. Había aparecido allí con manifiesta humildad, la misma que le hizo ganarse el corazón de todos los que le habían conocido. A veces se lo veía también echado sobre un cartón o sobre el pavimento, siempre en actitud profunda. Y por su estampa y su permanente presencia en la casa de gobierno, además, fue apodado por algunos como “el Señor Presidente”, e incluso tenía su propio edecán ("ede-can"): otro quiltro compañero llamado Rasco o Rasca. Sus perros amigos en la plaza, en cambio, eran sus "ministros" o su "gabinete".

Apreciado por algunos paseantes habituales y universitarios, también postularon a Bigote en 2011 a un curioso concurso, en su caso titulado “Rey de los quiltros” y convocado por la Municipalidad de Cerro Navia, como anunciaba el diario "La Cuarta" en su artículo del 16 de junio de ese año (“‘Bigotes’ va por el cetro de ‘Rey Quiltro’”). Fueron varias competencias realizadas en ese mismo período para estos perros mestizos y callejeros, por alguna extraña razón, aunque con algunas críticas manifiestas por parte de grupos animalistas, contrarios a la romantización de la situación callejera de las mascotas.

A pesar de ser un perro muy calmo y tranquilo, Bigote solía aparecer señalado por entonces como otro riot dog o can propio de los desórdenes públicos y participante de los mismos. Pero, a diferencia del célebre Matapacos y otros con esta marca, él prefería hacerlo del lado de las fuerzas especiales de carabineros, los mismos que lo habían aguachado tras su llegada a la Plaza de la Constitución. Por esto, el perro acostumbraba acompañar a los miembros del cuerpo operativo cada vez que había manifestaciones estudiantiles, aunque por lo general iba solamente a jugar. Y si bien su corazón estuvo con las carabinas cruzadas desde que llegara a las inmediaciones de La Moneda, debido a estas incursiones aventureras en revueltas callejeras, a veces el pobre reaparecía en los alrededores manchado de pintura o mojado por el chorro del guanaco. De todos modos, no parecía molestarle mucho su presentación personal ya de por sí bastante carente de elegancia, a pesar del falso garbo que con tanta naturalidad exteriorizaba “el Señor Presidente” o "Presidente de los Quiltros".

Bigote, contemplando el mundo de los humanos desde la plaza. Fuente imagen: Pinterest de Nicolás Candel P.

Sepultura de Bigote en el Cementerio de Perros del Cerro San Cristóbal. Fue uno de los primeros canes "civiles" o "paisas" que han comenzado a ser sepultados también allí, aunque todos vinculados de un modo u otro a Carabineros de Chile.

La fama de Bigote se hizo grande tras el traslado de Rucio, cuando este último -en otra muestra del cariño que los funcionarios uniformados sentían hacia él- había sido incorporado a la Escuela de Adiestramiento Canino, al aparecer junto al otro perro de color negro que salvó de la muerte en ocasión de la matanza de 2006 de la que fue sobreviviente. Bigote, entonces, se convirtió en su relevo y, desde ese momento, pasó a ocupar su mismo lugar como símbolo en el contorno del palacio presidencial, de alguna manera, haciéndose vistoso cuando participaba alegremente de los cambios de guardia del palacio, con la venia de los uniformados que parecían tolerar todas sus travesuras.

En el comentado artículo del diario "La Cuarta", fuentes relacionadas con la institución señalaban también que Bigote era, de entre todos los perros de las cuadras del Poder Ejecutivo, mucho más cariñoso y regalón que el inolvidable Rucio, por lo que algunos se sintieron de inmediato apegados a él tras ser trasladado su predecesor. El perro, sin embargo, reconocía allí a los uniformados como sus principales amos, haciendo sólo honrosas excepciones con el resto. Los estudiantes y gente joven también lograban las simpatías del can que, en general, era distante con los extraños.

Pero todo se acabó para el bienquisto Bigote en enero de 2014, cuando una mañana no llegó con los demás perritos de la manzana hasta las puertas del palacio en donde estaban los carabineros, ausencia que los puso de inmediato en alerta. Salieron a buscarlo por el mismo sector y, a poca distancia, lo encontraron tendido, muy débil y con espuma en las fauces, indicio inequívoco de envenenamiento. Desesperados, lo llevaron al servicio veterinario de la sede del Grupo de Adiestramiento Canino en el cerro San Cristóbal, pero ya era demasiado tarde. Aunque el tema se trató con la particular reserva del grupo de seguridad del palacio, entendemos que la teoría más plausible intentando explicar su muerte, fue por alguna clase de rencor contra la institución o contra el propio animal.

Bigote fue sepultado en el mismo cementerio de perros del recinto del cerro con una capa institucional, protocolos y, según nos confesaron cautelosamente, con las lágrimas de varios de estos hombres de armas, que sentían un sincero aprecio por el can. Su sepultura está señalada por una cruz blanca y la silueta de un hueso de madera, con su nombre grabado en ella.

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