EL HÉROE DE LAS TRES ESPERANZAS

Fotografía de Lago de las Tres Esperanzas saludando a un niño. Fuente imagen base: sitio de 24 Horas (TVN).

No todas las historias de canes son tan divertidas o jocosas como las que hubiésemos preferido reunir como prioridad. Aun así, varias alcanzan a ostentar auténticos ribetes heroicos que sorprenden y provocan la admiración del investigador que se sumerge en estas curiosas aguas perrunas. Es la forma más épica en que se registra la condición de historicidad de los canes chilenos, por lo demás, en un país tan trágico como el nuestro y determinado por los terremotos, maremotos, aluviones y grandes incendios, instancias fecundas para el surgimiento de los casos de heroicidad. Así es que Chile debe tener un sinnúmero de historias no contadas sobre perros que han hecho su parte en las acciones de rescate y recuperación de vidas humanas, considerando la fuerte presencia e importancia que tienen estos animales en cada grupo de operaciones derivadas de semejantes catástrofes.

Tal vez nos hemos acostumbrado tanto al protagonismo canino institucional en aquellas situaciones, que olvidamos la trascendencia e importancia de su obrar en cada una. Sabemos también que aquellas calamidades que han azotado a nuestro país en forma reiterada son las que, inevitablemente, llenan estas nóminas de valiosos perros rescatistas y salvadores de vidas, junto a los del servicio de orden y la seguridad pública, aun cuando sus hazañas no sean bien conocidas en territorios exteriores a los de su propia y respectiva institución.

Se podría hacer un trabajo completo con aquellos inagotables casos, desde los pocos que sí fueron conocidos popularmente hasta la inmensa mayoría que permanecen aún anónimos para el promedio de la ciudadanía. Sin embargo, ahora nos concentraremos en uno que resulta ser ejemplo cabal y preciso para el tema que nos distrae y con el que podemos simbolizar el valor trascendente de estos canes, que rara vez llega a ser de conocimiento masivo por su vida de cuarteles.

En noviembre de 2012, tras nueve años de lustroso auxilio profesional para la institución policial uniformada, fue sepultado con honores en un rincón del frontis de la tenencia de carabineros de Reloncaví, ubicada en el sector de Pichi Pelluco en Puerto Montt, uno de los canes más importantes y valiosos que tuvo la Región de Los Lagos en toda su historia: se llamaba Lago de las Tres Esperanzas y poco se sabía de él fuera de la provincia.

La sentida ceremonia de despedida fue realizada con simbólicos ritos y dignidades institucionales, cubierta por parte de la prensa local. Asistieron a ella el comisario (S) de la Segunda Comisaría de Puerto Montt, capitán Fernando Flores González, además de personal de carabineros, vecinos y niños de los jardines infantiles Gotitas de Vida y Castillo de Ilusión, pues el can tenía cierta fama en la localidad y era querido entre los infantes. No se trató, tal vez, de una concurrencia especialmente importante, es cierto; pero a todas luces era inusual en la sepultura de una mascota. Y claro, es que la hoja de vida de Lago no era la de cualquier mascota.

Funerales del perro Lago, en 2012. Fuente imagen: sitio de 24 Horas (TVN).

El despedido era otro magnífico pastor alemán de servicio policial, reconocido como un rastreador y rescatista de tremenda eficiencia, uno de los mejores que se hayan dispuesto para la región, además de muy apreciado por sus colegas humanos. Para comprender su aporte al servicio de la institución bastaba escuchar el testimonio de sus cofrades carabineros y leer las palabras expresadas en la ceremonia de despedida por su guía y amigo, el cabo primero Cristián Alegría Morales, quien recordaría de Lago de las Tres Esperanzas lo siguiente:

El 27 de abril del 2008, tres menores se extraviaron en un cerro en el sector Chiguayante; se dispuso un operativo de búsqueda donde nuestro amigo Lago y su guía lograron dar con los niños sanos y salvos; el 27 de febrero de 2010, debido al terremoto y tsunami que afectó a la zona centro sur del país, Lago estaba en Dichato y a través de su oportuno aviso y acción se pudo salvar a los carabineros que se encontraban en el cuartel.

En efecto, trascendió a la prensa que aquel fatídico día del terremoto de 2010, Lago de las Tres Esperanzas había corrido eufórico hasta donde se hallaban los funcionarios para advertirles con ladridos que salieran del cuartel, a lo que sumó gestos para que lo siguieran hacia el exterior. Justo en aquellos minutos se aproximaba el maremoto sobre la zona, como confirmaron después observándolo desde un lugar seguro.

A mayor abundamiento, hubo historias parecidas en otros lados del país afectado por aquella aciaga jornada, algunas involucrando incluso ratones en la Región del Biobío, pero la del perro Lago es una de las que quedó mejor registrada, a pesar de que solo hayamos podido conocerla en su funeral. Los animales y sus misteriosos sentidos, pues, fueron más hábiles y sensibles para anticipar el desgraciado maremoto que siguió al sismo que los instrumentales de última tecnología de las oficinas de emergencias y sus funcionarios expertos.

Pero no terminaba allí la historia del heroico perro en aquel día catastrófico, del que muchos aún preferirían olvidarse: en las horas y días siguientes, el mismo Lago de las Tres Esperanzas se dedicó a ayudar a los funcionarios en los complejos y penosos trabajos de rescate de personas y cadáveres atrapados en las ruinas tras la catástrofe, en otra labor en donde su aporte fue de valor inconmensurable.

Lago de las Tres Esperanzas había sido, por lo tanto, uno de los varios héroes anónimos pero protagonistas de aquellos fatídicos hechos en el país. Nos preguntamos, por lo mismo, cuántos otros de su especie habrán quedado en el olvido durante esa tragedia y en otras parecidas, que sobran en la historia reciente de Chile.

El valeroso can murió cuando contaba con menos de diez años de existencia, por causas naturales. Una vida corta, pero luminosa. Falleció en la casa de su guía, rodeado de quienes lo querían y lo cuidaban. Una bandera de Chile y emblemas institucionales de carabineros cubrían el féretro en que fue sepultado el valeroso perro testigo, actor y salvador en uno de los episodios más trágicos de la historia nacional, en lo que va del presente siglo.

Esperamos que sirva este caso para poner el valor, entonces, esa labor incógnita e ignorada de los mejores amigos del hombre en cada ocasión en que la naturaleza o los propios desastres humanos dejan su marca triste en las efemérides nacionales.

Comentarios