FINN: EL RASTREADOR QUE SALVÓ AL PINGÜINO DE HUMBOLDT

Finn en la isla australiana Macquarie, con otros de sus amigos pingüinos. Fuente imagen: Karen Andrew, Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, publicada en el sitio de "El Definido".

La Reserva Nacional Pingüino de Humboldt se encuentra a unos 100 kilómetros al norte de La Serena casi en el límite de las regiones de Coquimbo y Atacama,  contando con una superficie total de 888,68 hectáreas distribuidas en las islas Chañaral, Choros y Damas. Lugar encantado, con paisajes arcaicos y hasta leyendas de tesoros piratas, su valor como atractivo natural ha ido creciendo con el correr de los años y con el desarrollo de la industria turística tras la creación del parque en esta categoría de reserva nacional, a principios del año 1990.

A pesar de los cuidados que se han procurado para este precioso lugar del patrimonio territorial chileno, el arribo de una plaga de conejos europeos (Oryctolagus cuniculus) en las mismas islas comenzó a adquirir características alarmantes durante el actual siglo y llegó a representar un verdadero desafío para la continuidad de la reserva, en donde se alberga el 80% de la población mundial del hermoso pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti) y el 90% del yunco (Pelecanoides garnotii).

A mayor abundamiento, un estudio de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile determinó que el conejo europeo está entre las siete especies invasoras o introducidas en Chile que más daño provocan en el ecosistema chileno, generando una pérdida anual cercana a los 59 mil millones de pesos. Los conejos llegados a la reserva, particularmente, se reprodujeron con tal éxito que comenzaron a dañar los arbustos, matorrales y cactáceas de la misma, destruyendo gran parte de la vegetación nativa. Para peor, también atacaron y se apropiaron de los nidos de ambas especies de aves marinas, encendiendo las balizas de los grupos ambientalistas y proyectando la temible sombra del peligro de extinción sobre ellas.

Los conejos llegados a la reserva habían sido introducidos en las islas Chañaral y Choros por pescadores de la zona, en un período que se cree ubicado entre los años de la Guerra del Pacífico e inicios del siglo XX. Esta impertinencia, que no era considerada tal en la escasa conciencia de esos años (pues se repitió en muchos otros lados del mundo con estas y otras especies), se debió a que querían asegurarse comida cada vez que orillaran o bajaran a tierra allí mismo, durante las faenas, no previendo que los animales se iban a convertir en una plaga descontrolada con el correr del tiempo, poniendo en peligro la alimentación de la fauna nativa, destruyendo la flora que les daba sombras y reduciendo las posibilidades de nidificación de las aves al ocupar sus espacios.

Ante tamaño peligro, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y la ONG Island Conservation implementaron un ambicioso plan para erradicar a los conejos de la reserva, valiéndose de perros en una etapa del mismo, para darles caza y erradicarlos definitivamente del lugar. El Proyecto de Erradicación de Plagas, o más bien dicho el Proyecto de Restauración Ecológica de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, fue puesto en marcha 2009, y se iba a prolongar por nueve años.

En tal esfuerzo, el perro que quedó encargado de rastrear a los conejos se llamaba Finn, cuyo caso fue cubierto en una nota del portal noticioso “El Definido” del 19 de abril 2018, titulada “Finn: el perro héroe que vino a Chile y salvó a los pingüinos de Humboldt”, de María Victoria Coutts. Corresponde a un hermoso labrador retriever amarillo con diez años a la sazón, nacido en Nueva Zelanda y que había sido rescatado desde una perrera, para después ser entrenado en la captura de conejos. Llegó a Chile desde Australia en 2014, acompañada por su adiestradora y guía Karen Andrew.

Finn con sus "zapatillas" para trabajar sobre el terreno rocoso de las islas. Fuente imagen: Karen Andrew, Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, publicada en el sitio de "El Definido".

Karen Andrews con Finn en la isla Choros. Gracias al trabajo del perro, ahora ese paisaje estéril y maltratado por las especies introducidas, hoy es de verdor y de muchas flores. Fuente imagen: sitio de Hebergement Webs.

Refiriéndose al perro en el artículo “La larga travesía para rescatar una reserva”, de la sección Economía y Negocios del diario “El Mercurio”, el domingo 15 de abril de 2018, la reportera Ana Callejas Bustos añade algo más sobre el currículo de Finn: había tenido gran participación en el manejo de especies silvestres en Tasmania, ayudando a eliminar roedores y conejos de las islas Macquire, zona subantártica considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Ya en isla Choros, Finn prácticamente esculcó todo el territorio, de orilla a orilla, rastreando a todos los conejos que pudiese hallar, en una fatigosa pero extraordinaria labor que se prolongó por tres semanas, siempre acompañado de su adiestradora. Fueron sorprendentes las capacidades que desplegó entonces y la admiración que causó en los equipos de encargados del proyecto. Durante sus excursiones diarias, además, llevó puestas unas “zapatillas” especiales  en sus cuatro grandes patas, para facilitar su desplazamiento por el suelo pedregoso y duro de la isla.

Con este exitoso esfuerzo desplegado en el proyecto, la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt pasó a ser la primera zona dentro del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado que pudo ser declarada como libre de plagas vertebradas invasoras. Y no sólo los conejos fueron eliminados: también los ratones y las ratas, declarándose todo un éxito la cruzada a mediados de ese mismo año de 2014. No sólo la participación perruna permitió la erradicación de la plaga, sin embargo: en la misma isla Choros, por ejemplo, se aplicó también un producto químico usado en plagas agrícolas para roedores y que, en dosis controladas y razonables para con el medio ambiente, hizo reducir la cantidad de conejos sin ir en desmedro de la fauna local.

Sin embargo, cumplida su loable misión, cuando Finn debía regresar a Australia con su corona de laureles, los encargados se enfrentaron a una tremenda cantidad de exigencias burocráticas y solicitudes de exámenes de salud del animal para permitir su reingreso al país. Desalentados por tantos trámites y costos, y considerando también que Finn ya estaba cerca de la hora de tener que jubilarse, decidieron que el can se quedara en Chile, viviendo su merecido retiro a cargo de su nuevo dueño, don Christian López, miembro y encargado de operaciones de Island Conservation.

Las madrigueras de los conejos eliminados, en tanto, pudieron ser ocupadas ahora por los yuncos y hasta se encontraron varias especies de plantas en la isla Chañaral que nunca habían sido registradas antes allí, como informó entonces Island Conservation que, con la CONAF, continuaron llevando adelante proyectos similares en otras islas, como la Alejandro Selkirk del Archipiélago de Juan Fernández, en 2015. También fue transportado hasta allá el extraordinario y precioso Finn.

Posteriormente, en 2016, el perro dorado volvió a la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, para corroborar que la isla Chañaral, ubicada más al norte de las otras y con una geografía un poco más complicada, estuviera libre de conejos. Tras varios meses de trabajo, hacia fines del año siguiente se confirmó que estaba si más rastros de animales invasores, certificándose esta condición en febrero de 2018. La ONG, en tanto, ha seguido trabajando en otros sitios como la Isla San Ambrosio ese mismo año, con apoyo de la Armada de Chile.

Un perro laborioso y notable, entonces, llegó a estas tierras chilenas de cara a la inmensidad del océano Pacífico, para hacer un tremendo e incalculable favor a la fauna local y a la mantención de los ecosistemas; esa misma naturaleza prístina a la que los canes ya renunciaron, para dejar de ser nietos de lobos y convertirse en nuestros mejores amigos, compañeros y ayudantes.

Ahora sí en el retiro, Finn fue a vivir con su amo hasta la isla Robinson Crusoe del Archipiélago de Juan Fernández. Dicen que algunas veces más participó allá en la búsqueda de posibles reapariciones de conejos amenazando la fauna silvestre. Lo cierto es que se trata de un can muy admirado y querido por los niños de las escuelas y por los residentes de la isla, considerándoselo también un emblema para la promoción de las prácticas de tenencia responsable de mascotas.

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