Canopus, en imagen tomada de archivos de Canal Mega.
La costumbre
internacional de adoptar perros en ciertos navíos y hacerlos parte de la
tripulación, patrimonio muy atesorado de las tradiciones entre marinos,
marineros y mercantes, tiene larga data ya practicándose también en
nuestro país, especialmente en el caso de buques tipo patrulleros y
barcazas, además de los perros de algunos muelles que se ven ayudando a
los amarradores, como uno muy popular entre los trabajadores portuarios
de Arica, llamado Maniobra.
Investigadores como Raúl
Olmedo, en su artículo "Sobre perros" de 2014 (publicado en el sitio
web "La Guerra del Pacífico 1879-1884"), informan que el mismísimo Lord
Thomas Cochrane llevó a un perro de espeso pelaje rojizo en su zarpe
hacia Perú, y que el Capitán Simpson iba con una perrita de nombre Pearl.
Los perros estuvieron presentes, pues, en los viajes marítimos de la
Guerra contra la Confederación, la Guerra del Pacífico y muy
probablemente también en operaciones navales de la Guerra Civil de 1891.
Célebres dentro de esta misma práctica, ya en tiempos posteriores, fueron perros como Escoben, adoptado por la tripulación del gigantesco acorazado Almirante Latorre; el blanco y peludo Drake, en el Lientur; Molo en la O'Higgins; el ensortijado Mota, en la Yelcho; la hermosa Vulca en la patrullera Alacalufe; Lock,
del Corneta Cabrales y muchos otros que de seguro se recuerdan dentro
de la institución naval, los que llevaron nombres como Brecknock, Táctico, Yelcho, Jack, Iquique, Angamos, Papudo y Estopín.
Se sabe también que
algunos perros fueron utilizados como sustitutos a los radares de tierra
durante los años de irritaciones y posterior crisis por la cuestión del
Canal de Beagle, a partir de los años cincuenta, como lo hace notar el
Capitán de Navío Hugo Alsina en un artículo suyo de la "Revista de
Marina" en 1998, de modo que sus presencias en aquella rama armada no se
restringían sólo a lo estrictamente emocional, sino ocasionalmente a
razones utilitarias bastante precisas.
Uno de estos canes privilegiados con grandes viajes y hazañas náuticas fue Piloto,
perro que hacia los años sesenta formaba parte del histórico navío
AP-45 "Piloto Pardo", puesto en servicio en 1958. El Capitán de Navío e
Ingeniero Naval Mecánico Sixto Bórquez Bórquez, trae de vuelta un
sabroso episodio de la vida del perro, sucedido cuando el Piloto Pardo
se hallaba cumpliendo con la asistencia a las comisiones antárticas de
Base O'Higgins, Bahía Margarita y Base González Videla, entre otras. La
historia del can arrancando del navío para ir a "conocer" a las finas
perras del campamento inglés, aparece descrita en su artículo titulado
"¡Oh… Britannia!", publicado también en una edición de la "Revista de
Marina" del año 2001. Y si acaso es el mismo perro del relato, tenemos
noticia de que Piloto murió en los sesenta con grado de suboficial.
La misma revista saca del olvido el caso de Sherok,
en su edición N° 1 de 2006. El perro pastor alemán fue llevado a la
tripulación del destructor DD-15 Cochrane a partir de 1971,
convirtiéndose en un querido tripulante del mismo, muy respetado por sus
camaradas humanos. El artículo fue publicado por el Contraalmirante y
Oficial de Estado Mayor Roberto Benavente Mercado, uno de los
protagonistas de la historia del can y de su llegada al navío.
De los casos más
conocidos y documentados sobre las curiosas mascotas convertidas en
perros marinos, hay uno resulta aún reciente y, por sus características,
también merece acá un capítulo propio. Si la muerte no hubiese
alcanzado al protagonista de esta historia precisamente al poco tiempo
después de hacerse conocido su caso gracias a un reportaje de la
televisión abierta, probablemente su fama como perro marino habría sido
mucho mayor de lo que alcanzó a ser, saliendo más allá de su institución
donde sigue siendo recordado con emoción y con profundo respeto por su
memoria, como un camarada más de anclas y sextantes.
El perro Canopus con la tripulación de la "Chacabuco", el la cubierta del navío. Fuente imagen: Mardechile.cl.
Canopus fue un singular perro con algo de quiltro
y algo de raza pastor belga, según se contaba de él, de abundante pelo
rubio rojizo y mirada de niño retozón. A los cinco tiernos meses de
vida, fue adoptado en la ciudad Punta Arenas por la tripulación de la
barcaza LST-95 "Chacabuco", en julio de 1993, viviendo como grumete
cachorro. Era el principio de una existencia que transcurriría en este
navío de la Armada de Chile, volviéndose uno de sus miembros más
queridos y recordados.
El nombre del can le fue dado refiriéndose a la estrella Canopus o Canopo de Alfa Carinae, importante referencia de los marinos del pasado y la más brillante en la constelación de Carina o La Quilla.
Nombrado Sargento 1° (Mc.MQ) Canopus,
el adorable perrito fue uno de los más famosos y longevos que hayan
sido adoptados en buques de la Armada de Chile, además, ocupando cargos
como proel del bote de goma, vigía, ayudante de cabo de guardia y
partida de acción inmediata (PAI), entre otros. Cumpliendo funciones en
esta última ocupación, el fascinante can evitó lo que pudo llegar a ser
una grave tragedia, en una ocasión, al notar y dar alarma con sus
ladridos de un incipiente incendio en el navío, gracias a su olfato,
evitando con esto un mal peor y la exposición de vidas humanas a la
peligrosa situación.
Amado por todos y reconocido por las capacidades de camaradería que le fueron encomiadas durante toda su vida, Canopus
recibió las condecoraciones y medallas Siete Años de Embarco, Diez Años
de Embarco, Diez Años de Servicio y Catorce Años de Embarco.
El perro dormía en una
cama propia junto a una escotilla, y solía salir con los marinos en los
botes de desembarco hacia los puertos, una de las actividades que más
alegría y emoción le causaban al can, colocándose a un costado de la
balsa ladrando feliz y mordisqueando los velos de agua salina que se
levantaban por el paso veloz del transporte sobre la misma, cortando la
superficie del mar.
Sin embargo, Canopus
estaba envejeciendo, y comenzó a notarse cuando sus energías ya no eran
las mismas que en esos mejores años allí en la barcaza. A pesar de la
senilidad, sin embargo, seguía alegrándose y ladrando su dichosa
algarabía cuando era sacado en los botes de goma, como si sentir el agua
y la espuma salpicadas encima lo devolviera a sus años de más vitalidad
y juventud.
Justo después de aquella
ocasión en que su caso fue cubierto por un programa de televisión sobre
animales y veterinaria del canal Mega, el asombroso Canopus dejó
este mundo, el viernes 8 de febrero de 2008. Partió de esta vida
faltando poco para la medianoche y cuando la "Chacabuco" navegaba por
las agitadas aguas del Golfo de Penas, de regreso de la Comisión Austral
2.
Escena de los funerales de Canopus, con sus restos siendo arrojados al mar. Rescatada desde youtube.com/watch?v=Uy0tN3FkkMA.
La mascota fue despedida
por la tripulación de la "Chacabuco" en una emotiva ceremonia fúnebre,
en la que se ofrendó su cuerpo a esas mismas aguas hostiles y
desafiantes. Lugar legendario, vehemente y sobrecogedor, pero perfecto
para la muerte y las despedidas más románticas con la que pueden soñar
los marinos y los hombres de mar en general, esos que enseñorean estas
latitudes desoladas del mundo y olvidadas por los dioses.
El comandante de la
unidad, el entonces Capitán de Fragata Álvaro Chiffelle Gómez, le dio en
la ocasión el último de los adioses con estas palabras, reproducidas en
varios medios por esos días, como una emotiva publicación perteneciente
a la Fundación Mar de Chile:
"Canopus", en esta
última singladura en la que nos acompañaste, tus camaradas de armas te
rinden un sincero homenaje en la mar, como todo marino sueña algún día,
cumpliendo con su deber. Ayer, siendo las 22:30 horas, iniciaste tu
partida estando apostado de guardia como PAI, mientras cruzábamos el
Golfo de Penas.
"Canopus", fuiste más
que una mascota, ya que formaste parte de los fierros que hoy te
despiden. Formaste parte del alma del buque llamado "Chacabuco". Tu
recuerdo permanecerá en la memoria de los chacabucanos por siempre. Será
muy difícil encontrarte un digno sucesor.
Descansa en paz.
Un nuevo perrito fue
obsequiado por el mismo programa de televisión señalado a los hombres de
la "Chacabuco", cachorro que fue bautizado como Canopus II e incorporado a la tripulación en relevo del maravilloso y extrañado predecesor.
Su primera travesía
comenzó con el zarpe de la nave desde el Molo de Abrigo de Valparaíso,
el viernes 14 de marzo, en misión Insular 2 rumbo a la Isla de Pascua.
Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarJorge García14 de enero de 2018, 00:20
Qué gran historia
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Unknown9 de junio de 2019, 20:03
Yo tube la dicha de navegar con Canopus durante 4 años y todo lo que se ha dicho es veridico, hay muchas mas historias de este perro naval, como por ejemplo cuando llego callampa al zarpe en punta arenas y estubo castigado una semana sin franco ni embarco en el bote de goma y ademas cubria guardia con nosotros en la sala de control de la maquina y nos alerto de un problema en un motor el cual pudo causar grandes daños.
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Tiburón con caries2 de julio de 2020, 09:19
Lindas historias humanizan los corazones duros por la vertiginoso vida que llevamos.
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Unknown3 de julio de 2020, 09:17
Emocionante la historia de Canopus I y el rescate de Canopus II.
Grande la Armada de Chile, estas acciones solo ratifican la grandeza de su gente.
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Thai3 de julio de 2020, 18:56
Hermosa Historia de Canopus, ahora entiendo el nombre de este nuevo Canopus de la Chacabuco. Larga vida a Canopus II.
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Lucho Reyes4 de julio de 2020, 09:45
que linda historia , la siento como mia , navegando en los cnales sureños
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