MATAPACOS: LA LEYENDA DEL PRIMER RIOT DOG CHILENO

 

Fuente imagen: La Izquierda Diario.
Matapacos, en su origen conocido como el Negro, será recordado siempre como el principal y acaso primer riot dog o "perro de disturbios" popular en Chile, pues se hizo famoso en las postales de las mayores protestas y revueltas estudiantiles hacia 2011 y 2012, siempre en la primera línea de choque por las calles de Santiago. Y si bien ya han existido desde antaño perros callejeros que participan de esta clase de manifestaciones y enfrentamientos de naturaleza política, éste parece ser el primero en alcanzar una estrella propia en tal categoría y en quedar identificado de manera indivisible con tales episodios, con una épica personal, además.
Se trataba de perro negro semidoméstico del barrio República que, según se recuerda, sería su lugar de origen o de inicios de su fama, cuanto menos. Adoptado en una casa hacia los días del terremoto del 2010, su dueña, la señora María Campos, había notado que el Negro regresaba en cada una de las noches de sus escapes a la calle con un misterioso pañuelo amarrado en el cuello. El perro también comenzaba a inquietarse y alborotarse en cada ocasión que había marchas estudiantiles en el barrio universitario y en el sector de la Alameda Bernardo O'Higgins, momentos en los que empezaba a rasguñar la puerta y a suplicar con gemidos que lo dejasen salir a las calles, deseoso de hacerse parte de las turbas.
La conducta del animal era tan extraña y sorprendente que alguna amiga muy conservadora de la dueña incluso le sugirió la posibilidad de que hubiese algo "diabólico" en él. Para doña María, por el contrario, esto parecía más bien evidencia de la reencarnación de alguien con inteligencia humana en el perro, según comentaba. No podía explicarse de otra forma su astucia y sus conductas.
Por entonces, la confundida señora María no comprendía aún el papel protagónico del perro en las marchas callejeras hacia las que intentaba escapar, hasta que lo vio por casualidad, en una ocasión, mientras éste encabezaba una de aquellas en pleno sector de Santiago Centro, por ahí cerca de la Universidad de Chile y de camino hacia la Plaza de Armas. El Negro era ya, pues, una celebridad reconocida y la mascota de todos los que marchaban, por lo que le permitió continuar sus salidas revolucionarias, aunque no sin antes hacerle una muy católica bendición y trazar la cruz en su negra frente antes de abrirle la puerta.
Fue tanta la importancia y visibilidad del can en aquellas correrías callejeras que acabó por ser adoptado por los alumnos de distintas casas de estudios, en donde permaneció bajo los cariños y consentimientos de algunas generaciones de estudiantes de la Universidad Central, la Universidad de Santiago (USACH), la Universidad Técnica Metropolitana (UTEM), entre otras. No fue raro, entonces, que el astuto animal se contagiara del ambiente reformista que llevó a la ola de grandes movilizaciones de estudiantes superiores de Santiago, extendidas a todo Chile con eslóganes como "La educación es un derecho", "Educación gratuita y de calidad" o "No al lucro". Y fue a partir del año 2012 que el hasta entonces cariñoso y tierno Negro, mientras rondaba el sector del Parque Almagro, se transformó definitivamente en el más famoso de los riot dogs de Chile.
El perro, en el choque. Fuente imagen: La Izquierda Diario.
Matapacos en las calles. Fotografía de Vicente León, publicada en Vice.com.
Se hizo conocido especialmente por sus incursiones en el sector de la USACH, enfrente de la Estación Central, en República y en la Plaza Baquedano. Como era de esperar, siempre lo hacía del lado de la revuelta o de los alzados, a los que defendía de los intentos de detención, a la vez que se daba el tiempo de jugar y correr feliz entre los conflictos humanos, tan humanos. Su instinto de manada y pertenencia le llevaba no solo a sentirse del lado de los estudiantes, sino que a defenderlos con ferocidad cuando los piquetes de Carabineros ("pacos") iban a detener a los más revoltosos, lo que le valió como medalla revolucionaria un nuevo y definitivo nombre: Matapacos.
Su rango geográfico de actividades era enorme: las andadas del perro llegaban al Barrio Brasil y las avenidas Grecia y Manuel Antonio Matta, como lo confirman imágenes fotográficas de aquellos días, además de testimonios y videos de la época. De hecho, pocos perros callejeros de nuestra historia han sido retratados tantas veces por las cámaras reporteras, lo que le hizo ganar la atención general y gozar de una identidad tan propia, donde quiera que se lo encontrara. No se sabe bien si era transportado por los propios estudiantes, como un símbolo de sus incursiones callejeras, o si acaso llegaba por sus medios después de intuir los lugares en que tendrían sitio las revueltas y las reuniones, tal vez caminando atrás de encapuchados o gente con pancartas que reconocía como los "suyos". Lo único claro por entonces era que estaba en todas las marchas de la capital… todas.
Convertido en todo un Manuel Rodríguez perruno, en el clímax de su popularidad ya se hacía difícil distinguir lo real de lo legendario en torno al animal, y hasta no faltó quien propusiera que en realidad se trataba de varios Matapacos que la gente confundía con solamente uno. Todas estas teorías son descartables con facilidad: a este auténtico icono se lo distinguía de aquellos otros perros parecidos, principalmente, por la pañoleta que solía llevar siempre alrededor del cuello y que jamás intentaba quitarse. Parecía feliz con este singular collar y distintivo, rojo por lo general y en forma ocasional azul o negro.
También se sabe que Matapacos era invitado especial a los carretes universitarios diurnos y nocturnos, pues se quería contar con la presencia de semejante celebridad incluso en rasgos de la vida social de la comunidad estudiantil. Aquel apodo que recibió por sus audacias también le hizo fama heroica en el mundo de las aulas.
Continuó involucrándose en las manifestaciones estudiantiles y jamás dejó de mostrarse agresivo con las fuerzas de orden y seguridad, como si realmente formara parte de los manifestantes, con lo que para siempre dejó atrás la época de su primera identidad, como el Negro. También aparecía con regularidad para saltar y jugar con los chorros de los camiones cisternas, junto a otros famosos riot dogs chilenos conocidos como Lulú y Chupetín por el bando de los alzados, mientras que otros perros populares como Bigote, amigo de la guardia del Palacio de la Moneda, lo hacía por el lado del GOPE de Carabineros de Chile... Parece que la divisiones humanas alcanzan incluso al ambiente canino, entonces.
Los acrobáticos saltos de estos perros al golpe de agua del "guanaco" quedaron inmortalizados en ciertas fotografías y, en ocasiones, Matapacos incluso intentó hacerle frente al temido "zorrillo", con sus irritantes bocanadas de químicos lacrimógenos y urticantes que parecían no dañar sus finos sentidos.
Escultura de Matapacos usada en lugares de manifestaciones, casi como una "invocación". Fuente imagen: Instagram de Enrique Colina, quien pasea y fotografía por diferentes locaciones la figura del perro hecha en papel maché.
El perro en la iconografía: campaña de desobediencia de New York, noviembre de 2019. Fuente imagen: Los40.cl.
Era tal la popularidad del llamado compañero Matapacos en el ambiente universitario de la capital, que la productora En Marcha de la Escuela de Comunicación Audiovisual de la Universidad Santo Tomás, hizo un microdocumental estudiantil enteramente dedicado a él y a sus andanzas, dirigido por Víctor Ramírez en el año 2013. Allí se explicó mucho sobre su origen y su aplaudido salto a las movilizaciones, y se revelaron varios de los aspectos que acá hemos comentado para poder completar la historia de tan misterioso pero afamado personaje.
En aquella ocasión, el perro fue encontrado por los documentalistas en el sector del Parque Almagro, en donde hacía tantas buenas migas con los estudiantes de la Universidad Central como con otros colegas de su especie que rondaban dicha casa, a los que parecía liderar en las mismas marchas. Sin embargo, el microdocumental deja en claro que el perro sí tuvo gente que se intentó ocupar de él antes de su salto a la fama, como la mencionada señora María y, antes que ella, su amiga del vecindario, la comerciante Marcela Valdebenito.
Doña Marcela incluso llegó a colocarle un collar con su número telefónico inscrito en el cuello, por si algo le sucediese al perro, pero debió retirarlo al recibir constantes insultos y descalificaciones de gente que la creía dueña del mismo y llamaban enrostrándole haberlo encontrado vagando en lugares como el barrio Bellavista o el Parque O’Higgins, a veces a altas horas de la noche. El perro había llegado a establecerse en la entrada de su local comercial del sector de la Alameda, un centro de llamados y ventas, poco después de que ella lo abriese en 2009.
Conocido también como "el perro anarko", la fama de Matapacos había trascendido a la capital e incluso al país, con lo que adoptó rasgos casi de mito vivinte y de animal heráldico de las causas, que sirvieron de estandarte a aquella seguidilla de protestas y marchas del mundo estudiantil. Fue de enorme celebridad, además, una fotografía en que aparecía mostrando sus dientes y en actitud hostil a uniformados de Carabineros, tras una de las tantas protestas callejeras en las que tuvo participación. También apareció ilustrado en un gran mural de la USACH, por ese mismo período de prolongadas tomas de esta casa universitaria, otro de los lugares favoritos por donde rondó el afamado can.
Sin embargo, Matapacos ya envejecía y se acercaba al final de su corta vida perruna. Murió el sábado 26 de agosto de 2017, atendido en una veterinaria y rodeado de sus amigos humanos. La decrepitud ya lo había obligado a retirarse de sus años como agitador callejero y se encontraba al cuidado de nuevas generaciones de estudiantes que conocieron su leyenda y se ocuparon del bienestar de tan insigne personaje de la historia de las movilizaciones políticas en Chile. Demás está detallar la congoja que provocó en las comunidades estudiantiles la noticia de su deceso.
El astuto perro no alcanzó a ver la ola de agitación social que ha tenido lugar en estas últimas semanas, pero su imagen y toda una iconografía política desarrollada en torno a su memoria, demuestran que sigue muy presente aún en ellas, convertido ya en una leyenda consolidada y "santo patrono" de las marchas.

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