NIÑA, O EL ARQUETIPO DE ANUBIS EN CONCEPCIÓN

Niña, esperando a su amo fallecido afuera del supermercado al que solía acompañarlo y esperar en la misma entrada, cuando este reunía dinero en las calles. Fotografía difundida por el mismo personal del establecimiento. Fuente imagen: sitio Amigos Penquistas.

Es conocido el hermoso y poético arquetipo de Anubis o Impu, el dios egipcio cabeza de perro-chacal y que se encargaba de custodiar el descanso de los fallecidos, siendo una suerte de intermediario entre la vida y la muerte en el momento de la partida de los hombres. En la simbología gráfica del antiguo Nilo, era representado como un can echado sobre una tumba, como custodiando el descanso perpetuo de quien fue su dueño.

Por alguna razón recónditamente espiritual, muchas civilizaciones han tomado la figura del perro como un potente símbolo funerario, asignándole roles de intermediación entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Se presenta su imagen, así, en entidades mitológicas que obran como guías o guardianes de la muerte: el Cerberus griego, el Garm nórdico, el fiel Argos muriendo por su amo en “La Odisea”, los Sarameias guardianes del dios védico de los muertos Iama, o los perros guías de los fallecidos de la centroamérica prehispánica.

La realidad ha aportado ejemplos asombrosos sobre perros haciendo guardia al alma de un fallecido, como una negación de la muerte y del final de la existencia de aquel que fue su amo. Posiblemente fueron escenas como estas las que motivaron a algunas sociedades a divinizarlos en la simbología sublime de vigilantes y monitores de la muerte.

El caso más famoso y popular, sin duda, es el de Hachiko, el célebre akita que por años esperó el regreso de su fallecido dueño, el profesor Hidesaburō Ueno, en la estación de trenes de Shibuya en Japón, hasta su muerte en 1934. Sin embargo, existen otros igualmente conmovedores: el de Greyfriars Bobby, terrier se quedó 14 años junto a la tumba de su dueño en el cementerio Greyfriars, Escocia, hasta morir en 1872; el de Canelo, en España, que acompañaba a su dueño en un hospital de Cádiz en donde aquel se hacía diálisis, hasta que en 1990 murió, permaneciendo el perro 12 años en las puertas del servicio, esperando que saliera, hasta que fue atropellado en 2002; o el de Capitán, un perro de Córdoba, Argentina, que tras el fallecimiento de su amo en 2006, fue capaz de ubicar la tumba en un lugar que nunca había estado antes y se quedó echado por una década, hasta su muerte, en 2018.

En la ciudad chilena de Concepción, ha aparecido un nuevo y sorprendente caso con ciertas semejanzas a los expuestos: el de la perrita Niña, una gorda residente de las calles locales que se reconoce por sus colores cafés y negros, con la ya lejana estampa de algún pastor alemán.

Niña era la mascota de un barbudo y conocido indigente de la ciudad capital de la Región del Biobío, habitante del sector del Parque Ecuador, hacia el sur de la urbe. Apodado Bin Laden o Gandalf por su aspecto y su gran sombrero, también motejado el Viajero y el Mochilero por sus costumbres nómadas, el personaje llamado en realidad Martín tenía a la perrita como fiel compañera de andanzas y solía andar por las calles pidiendo monedas para subsistir, sin que se recuerden de él comportamientos problemáticos o agresivos. El sector donde más frecuentemente podía encontrárselo era en la avenida Costanera y Blanco con calle Esmeralda, en donde aprovechaba el semáforo y la congestión de vehículos para ir pidiendo limosnas ventana por ventana. También solía estar en Chacabuco y Padre Hurtado, siendo identificado como una persona sumamente amable y con cierto grado de educación formal no acorde a lo que se esperaría de una vida callejera.

Tras reunir dinero para salvar el día, Martín partía a comprar a un supermercado del sector Chacabuco con Prat, a una cuadra del paso sobre nivel. Iba generalmente por algún refresco, la infaltable cajita de vino y pan con algo que echarle adentro. No andaba solo, sin embargo: como muchos otros indigentes solitarios de todo Chile, Martín solía vagar acompañado de algunos perros que eran sus fieles amigos y compañeros, causando gran atención de los vecinos del sector Pedro de Valdivia por el paso del pintoresco grupo formado por el Bin Laden y sus escoltas.

El indigente conocido como Bin Laden y Gandalf, con su querida perrita Niña, echada en el pasto y abrigada con un plástico mientras llueve. Esta imagen se hizo viral poco antes de la muerte del personaje. Fuente imagen: sitio de radio Biobío.

Niña, en un frío día de lluvia, esperando afuera del supermercado a su amo que nunca volvería. Fuente imagen: sitio de radio Biobío.

La mansa perrita, ya con sus nuevos dueños y de camino a un hogar. Fuente imagen: sitio de radio Biobío.

Uno de esos canes, quizá su favorita, era la dulce Niña, inofensiva perrita de mirada enternecedora y con actitud sumisa, que parecía tener un especial cariño por su andariego amo. Ella solía esperarlo quieta y pacientemente afuera del supermercado en cada ida de compras diarias, haciéndose habitual verla sentada enfrente del acceso.

Tanta era la conexión entre ambos, hombre y perro, que el sujeto la abrigaba casi tiernamente con un plástico una tarde de intensas y frías lluvias en Concepción, en el bandejón de la avenida, mientras él continuaba juntando dinero que le regalaran los automovilistas en la Costanera, con su característico sombrero de ala ancha. La imagen fue captada en una conmovedora fotografía que llegó a los medios de comunicación y las redes sociales causando grandes sentimientos de admiración y motivando algunas ayudas que llegaron a ambos en aquel período. Esto sucedía en mayo de 2019, sólo un mes antes de la tragedia.

Desgraciadamente, la leal sociedad se quebró dramáticamente a mediados de ese año, cuando el indigente amante de los animales amaneció fallecido en el lugar donde pernoctaba, en un sitio adyacente al paso sobre nivel de avenida Víctor Lamas con calle Prat, bajo el puente. Había muerto el 24 de junio, y su cadáver fue retirado ese mismo día y conducido al Servicio Médico Legal, mientras la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones inició las diligencias correspondientes. Las primeras conjeturas aseguraban que había perecido a causa de frío y de su obstinación a no recibir ayuda en ningún lugar de acogida.

Sin embargo, las lágrimas de esta historia no terminaron allí: Niña y otro perro del finado habían quedado ahora totalmente abandonados en las calles, como se supo el 26 de junio siguiente a través del portal noticioso “Sabes” de Concepción, con la nota titulada “Conmovedor: Perrita de conocido indigente fallecido en Concepción esperó su regreso”.

En efecto, la desconsolada Niña permaneció lealmente en la entrada del supermercado frecuentado por su querido dueño, mirando ansiosa y esperando inútilmente su retorno, escena que fue captada por un guardia le mismo centro comercial y, a continuación, difundida de internet. Las fotografías consternaron a algunos animalistas e hicieron aún más peonosa la partida del misterioso personaje de la ciudad. Niña se veía allí en una espera solitaria y triste que sólo podría compararse con la del personaje de caricaturas Seymour, el perrito del capítulo más emotivo y famoso de la serie “Futurama”, titulado “Ladrido jurásico”, un clásico entre los que fueron los amantes de estos dibujos animados de la cadena FOX.

Para empeorar el caso, la perrita se encontraba en medio de las lluvias del incipiente invierno, sin atenciones ni cuidados, expuesta a las inclemencias del tiempo y a la posibilidad de morir atropellada en alguna salida, como sucede con tantos perros en este estado de vida.

La noticia sobre la situación en que se encontraba Niña y el otro can abandonado tras la muerte de Bin Laden, movilizó una campaña de redes sociales entre grupos animalistas de la zona penquista, esperanzados con mejorar las condiciones de vida de ambos perros y, en el caso ideal, encontrarle un hogar a ambos.

Las esperanzas y los esfuerzos encontraron respuesta, afortunadamente, y Niña pudo encontrar el hogar que le faltaba. Su caso, así, fue breve y no se extendió innecesariamente en más manifestaciones o días de dolor del can esperando un amo fallecido, pero cumplió con el mismo y exacto modelo del perro que no acepta la partida de su dueño e intenta desafiar los designios irreversibles de los mortales. El caso fue expuesto por Alejandro Alarcón en las noticias del portal “Biobío Chile” del miércoles 26 junio de 2019, bajo el título “El Martín y La Niña: la historia de un hombre y su perrita que enternece a Concepción”.

El caso del duelo de Niña no ha sido el único de su tipo conocido en Chile, por supuesto, pues se sabe de otros ejemplos que también entristecieron a los testigos, en las respectivas ocasiones. Uno similar se dio también en Concepción a mediados de abril de 2017, cuando el joven Leonardo Valdés murió atropellado en el sector Nonguén y su inseparable perro Doki permaneció todo el tiempo echado junto al cuerpo y después al lado del ataúd. Otro ocurrió en la localidad de Pozo Almonte a inicios de noviembre de 2017, cuando el vecino Mauricio Olivier Sepúlveda cayó muerto de un paro cardiorrespiratorio en la avenida Comercio y su perro, que lo acompañaba, se negó a separarse del cadáver hasta avanzada la noche, tratando de “defenderlo” incluso cuando se intentaron practicar inútilmente las maniobras de resucitación, por parte de bomberos y carabineros. Y lo mismo sucedió con un indigente que murió apuñalado en Santiago hacia fines de abril de 2018, cuyos perros se negaron a abandonarlo, quedándose sollozando junto al cuerpo tapado por la carpa policial, en las inmediaciones de la Estación Metro Unión Latinoamericana.

En el caso de Niña, sin embargo, la historia tuvo un buen final: fue adoptada por un alma caritativa amiga de Martín (una mujer que sólo se identificó como Rose), que le dio acogida y cuidado en su hogar en donde había ya dos perros. El destino le permitió, así, una nueva etapa de vida mucho mejor que la sostenida hasta entonces, como premio a su lealtad más allá de la muerte y en los reinos más inexplorados del hermoso arquetipo del perro que intermedia e intercede con su luto sobre los arcanos más hondos de la muerte.

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