PERROS SALCHICHAS EN SAN PEDRO DE ATACAMA

Paulatinamente, los dachshund han ido tomando posesión del gusto doméstico entre los habitantes de San Pedro de Atacama.

Sociedades de pastores y comerciantes primitivos de San Pedro de Atacama ya conocían bien la compañía del perro en su quehacer doméstico. Hay una ancestral relación cultural que quedó plasmada, por ejemplo, en los petroglifos rupestres de Estancia Yerbas Buenas, peñón ubicado a unos 65 kilómetros del poblado y en donde se observa la imagen de un can con sus fauces dentadas y una correa con mango atada al cuello, como intentando enfatizar su domesticación.

Aunque aquellos misteriosos perros nativos ya no se ven por allá, todavía se mantiene intacto ese gusto de los habitantes del oasis por la compañía canina a nivel doméstico, pero volcando buena parte del objeto de sus afectos actuales hacia una variedad muy diferente a la que pudieron tener las razas de antaño.

Uno de los famosos residentes del contorno rural del actual San Pedro de Atacama, bastante conocido por los habitantes locales, es el perro apodado también Cabezón, entre otros motes. Se trata de un can de enorme cabeza y rasgos de pastor alemán, de una granja atacameña propiedad de la joven empresaria hotelera y gastronómica Daniela Vega, residente del sector cercano al camino hacia la Aldea de Tulor. Su caso es el mismo que vemos en muchos otros perros famosos de la zona: a pesar de sus enormes dimensiones y de su aspecto fiero, el perro es extraordinariamente manso, además de un regalón de los turistas que llegan a esta hacienda, y parece que también muy enamoradizo con las macotas vecinas. Lo mismo sucedía con otros canes locales como Polaco, Tacho y Abuelo Jack, célebres en las crónicas perrunas de la provincia.

Para la curiosidad de futuros cinófilos deberá quedar, sin embargo, la actual gran cantidad de perros de raza dachshund o salchicha en el mismo sector de San Pedro de Atacama y alrededores, además de los mestizos de ella, inconfundibles por su forma y las pequeñas proporciones de sus extremidades con relación al largo cuerpo, a causa de la mutación genética llamada bassetismo, lo que hace a estos canes el equivalente a acondroplásicos en el caso humano.

En efecto, han comenzado a aparecer desde hace unos años entre las familias de San Pedro de Atacama, la gran mayoría de color negro y de rasgos bastante compartidos entre sí. Esta curiosa preferencia de los residentes ha desplazado incluso a los perros más comunes en algunos barrios y se ha extendido gradualmente en otras ciudades o localidades de la misma región de Antofagasta y aun fuera de la misma, por lo que no se trata de un caso único. Incluso hubo una “Salchi-junta” en Punta Arenas en septiembre de 2018, con dueños de estos perros y sus mascotas, por lo que puede suceder que aquello que estemos viejo en San Pedro de Atacama haya sido anticipo de una tendencia de alcance más bien nacional. No deja de sorprender, sin embargo, que en una localidad tan tradicional y retirada esta tendencia haya encontrado un arraigo interesante y precursor, en muchos aspectos.

Por aquellas razones, además de los muchos perros callejeros y comunitarios que existen en el turístico y ancestral poblado del desierto de Atacama, entre los perros domésticos aparecen con enorme abundancia estos canes de mejor raza y con dedicación más hogareña, claramente preferidos por sus cualidades como buenos compañeros, según confirman a coro todos sus propietarios consultados por esta inclinación. Llama mucho la atención, también, el que varios de estos salchichas nortinos sean descendientes directos e indirectos de una pareja en particular en la localidad, bautizados con los muy teutones nombres de Helga y Otto. Vienen a ser algo así como los patriarcas o fundadores de estas descendencias y del encanto de los atacameños de la zona con los dachshunds, por lo mismo.

Max, uno de los conocidos perros dachshund de San Pedro de Atacama, cerca del sector del terminal de buses.

No todos los salchichas de San Pedro de Atacama han recibido los cuidados domésticos correspondientes. Este pequeño perrito, muy maltratado, fue encontrado perdido en el sector de Villa Los Algarrobos, en 2019. Fuente imagen: Facebook de Agrupación Aperrados San Pedro de Atacama.

Otro pequeño dachshund (mestizo, al parecer) hallado deambulando en el poblado en 2019, esta vez en el sector de Licanantay. Fuente imagen: Facebook de Agrupación Aperrados San Pedro de Atacama.

Aunque se trata de perros de casa, con cuidados y coberturas que los muchos callejeros o andariegos no tienen, vuelve a advertirse en estos salchichas de San Pedro de Atacama que también sintonizan con el comportamiento dócil y alegre observable entre los perros de toda la región de Antofagasta, por alguna extraña razón y como una suerte de impronta tan característica del mundo canino local, además de una manifiesta inteligencia. En otra diferencia con los perros de calle, sin embargo, las necesidades satisfechas en el hogar respectivo que los acoge en cada caso no motivan a los mismos salchichas del paraje a tener tantas actitudes menesterosas, como sería el buscar manifestaciones de cariño o señales de atención por parte de los extraños, aunque sí haya casos con esta característica.

Por desgracia, lo anterior no ha sido óbice para que, de vez en cuando, aparezcan también algunos salchichas en evidente condición de abandono, de maltrato o afectados por la tenencia irresponsable, con ciertos ejemplares que han sido recuperados desde las calles o desde las proximidades de los hoteles donde llegan buscando cobijo, por ejemplo, por la Agrupación Aperrados. Muchos de aquellos canes se pierden, quizá, por la falta de precaución de los dueños en cuanto a delimitar correctamente el campo de actividad de sus mascotas. Algo bastante peligroso, pues los atropellos de animales por parte de los muchos vehículos relacionados con el turismo y los visitantes, además de los crueles envenenamientos ocasionales, son cosa posible en la zona.

Uno de aquellos simpatiquísimos ejemplares salchichas del poblado es un perro negro llamado Max, que acostumbra acompañar a su dueña mientras ella pasea el coche con su bebé por el sector sur hacia el centro histórico. Con sus patas cortas el perro lleva el ritmo y la velocidad exactos de su ama, sin necesidad de correas o cadenas. Y cuando la mujer se detiene a saludar y conversar con alguien (pues allá todos se conocen), Max lo hace también en forma refleja, sin quitarle la mirada, comportándose todo el trayecto como su fiel acompañante y casi guardaespaldas.

Más receptivo con los visitantes y extraños es Matichulo, divertido salchicha (con algo de mestizo, según parece) que ronda las calles polvorientas del sector de la avenida Selti, en el borde mismo del pueblo y del río Vilama. Es uno de los pocos casos en que el can de esta raza anda solo y libre por aquellos vecindarios fingiendo simpatías, además, aunque el astuto perro pertenece a una conocida vecina del barrio. Lleva a cuestas su buena vida de mascota por estos lados y suele acercarse a los turistas que pasan a pie o en bicicleta por el sector de camino hacia Toconao o el Salar de Atacama, haciendo una parada para comprar algún refresco en el único almacén que existe en esas cuadras. Va a la espera de recibir algún bocado, por supuesto. El boliche está a sólo metros de su residencia, así que viene a servirle como una prolongación de su propio hábitat, en cierta forma.

Matichulo, entonces, se aproxima con mucho sigilo en cada ocasión simulando astutamente estar sólo de paso por la contigüidad del extraño. Comienza a observar atento qué clase de delicias se lleva a la boca el elegido y así da inicio a su mudo espectáculo intentando convencer al cliente de que merece un trozo, show que incluye cínicas manifestaciones de cordialidad y exageradas miradas de ternura. Es un perro en extremo socarrón y de picardía notable, como podrá deducirse, aunque entra en desconfianzas apenas se acerca una mano tratando de acariciarlo, pues no es de contactos tan estrechos con los desconocidos.

Hay innumerables casos más que podríamos destacar de entre estos varios encantadores salchichas en San Pedro de Atacama, por supuesto, cada uno con características muy propias que los convierten en templados personajes individuales, pero también con algunos rasgos comunes muy generalizados; esos mismos que los han ido haciendo raza favorita de los habitantes del lugar, incluyendo las familias de origen indígena, empleados agrícolas y hasta trabajadores de los múltiples servicios turísticos allí concentrados.

Basta un par de horas de observación, entonces, para comenzar a advertir la gran actividad y cantidad de los mismos perros, sea escoltando fielmente a sus amos por las calles o jugando con los niños en la plaza, las arcadas de la municipalidad, la Iglesia de San Pedro o los callejones flanqueados por muros vetustos saturados de historia. Y puede que, aunque esté lejos de ser la mayor concentración de salchichas en algún lugar del país, sí deba estar entre las de más cantidad de ellos por proporción de habitantes o residencias, todo esto logrado en pocos años y sin señales a la vista de querer revertirse.

Por todo lo anterior, no parece descabellado pensar que, quizá en un futuro no tan lejano, llegaría un día en que prácticamente la mayoría de los perros domésticos de la localidad sean de esta raza en particular y, los que no, mantengan algunas trazas genéticas de estas primeras generaciones de salchichas locales. Cuanto menos, salta a la percepción inmediata el que ellos se perfilen ya como una de las muchas curiosidades que dan atractivos extras al por sí solo interesante e inagotable rincón cultural de nuestra geografía nortina.

En cuanto a los principales patriarcas de aquella curiosa estirpe de salchichas atacameños, supimos a fines de 2018 que el veterano Otto ya había fallecido, mientras que la abuela Helga vivía ya en sus años de retiro, quizá convertida en toda una leyenda de nietos, bisnietos, tataranietos y todavía más generaciones que vendrán a poblar, cuidar y divertir en el oasis del desierto atacameño.

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