Dientes de Sable en fotografía publicada por el medio Soy Antofagasta.
Entre los casos más pintorescos y mediáticos de perros haciendo historia propia en Chile, cobra un grado de relevancia especial el de Dientes de Sable, en Antofagasta. Objeto de amor y odio por parte de los residentes, este animal realmente llegó a ser el terror de los colectiveros y taxistas que conducían por el sector de la Plaza Colón; una verdadera pesadilla para los automovilistas, muchas veces. A partir de noticias y videos virales que comenzaron a conocerse en 2012, llamó la atención por su extraña e incomprensible forma de vandalismo, además de su energía infatigable para practicar un hábito que lo hizo tan odiado por unos como admirado por otros.
Quiltro con lejanas pretensiones de pastor alemán, su nombre que lo compara con la bestia felina prehistórica se debía a la capacidad que demostró para romper los neumáticos, el frente y los tapabarros de los vehículos del centro de la ciudad. En especial, sin embargo, gustaba de meter sus fauces en los que tenían colores de taxi: con una facilidad escalofriante para sus proporciones y aspecto casi inofensivo, el can atacaba y arrancaba parachoques con velocidad, reventando también sus riedas con certeras mordidas. Para peor, no andaba sólo: era el líder de una ruidosa jauría dedicada a estas inexplicables tropelías durante varias horas del día y a veces también en las noches. En el mejor de los casos, las víctimas de la camorra de Dientes de Sable perdían sólo la placa-patente de sus vehículos, pues le encaban robarlas tanto como desinflar ruedas.
En aquellos días se publicaron varios afiches digitales con la fotografía del perro, un vistoso "Se Busca" y el apodo que ha se había ganado con méritos en esos momentos. Por paradójico que suene, sin embargo, Dientes de Sable era en extremo manso con la gente, al igual que su pandilla de seis o siete cómplices. Por alguna razón, su obcecación parecía solo con cierto tipo de automóviles, pues no se supo de ataques a personas transeúntes aunque sí es verdad que sus infames travesuras se pasaron de revoluciones con algunos motociclistas.
Así las cosas, tras hacerse conocido por las redes sociales y notas de televisión, primero las regionales y después las nacionales, comenzó a rumorearse que Dientes de Sable podría ser sacado de las calles no de la mejor forma, por lo que se organizó una campaña para rescatarlo... Al parecer, el animal tenía algunos fans, incluso entre quienes eran afectados por sus canalladas callejeras en pleno centro de la ciudad.
Dientes de Sable molestando a los conductores de motocicletas. Fotografía publicada por el portal Soy Chile.
La caída de Dientes de Sable, informada por el noticiario televisivo del canal La Red.
Afortunadamente, por iniciativa municipal, el rebelde perro pudo ser llevado a un canil especial en junio de 2013, en donde fue domado y ofrecido en adopción. La noticia de su rescate también fue informada por los medios de prensa y celebrada entre los animalistas, quienes se valieron de él para algunas campañas por la tenencia responsable.
Dientes de Sable pasó a manos de particulares en 2015, más exactamente en la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA), calculándose para entonces que su edad en unos ocho años. Fue tarea difícil escoger a quien sería dueño del perro, pues los postulantes fueron bastantes. Por entonces, el encargado del Centro de Tenencia Responsable de la Municipalidad de Antofagasta, don Patricio Sáez, informó a la prensa que la decisión se había tomado considerando el espacio de los patios en donde iba a ser alojado.
Dientes de Sable comenzó a vivir, de este modo, un final feliz para su vida hasta entonces callejera y sin protección. Sus curiosos despliegues de agresividad contra vehículos habían logrado ser ser controlados durante los cerca de tres años en que estuvo al cuidado de funcionarios municipales, aunque con un costo para su virilidad, pues fue castrado y debió llevar por un tiempo un característico cuello isabelino delatando la intervención veterinaria. Convertido en mascota de la AIA, además, se lo destinó a trabajar como guardia del recinto donde se realiza la Feria Exponor, en avenida Pedro Aguirre Cerda 17701, en donde hizo gran amistad con los cuidadores y otro trabajador de su especie, llamado Sonrisas. Nunca dejó de comportarse como un macho alfa, sin embargo.
Se calcula que Dientes de Sable habría tenido unos 16 años de vida cuando, a mediados de julio de 2024, tras esa buena etapa final de existencia, se informó de su muerte. Era ya una estimada celebridad y gran compañero de trabajo en esos momentos, muy apreciado entre los mismos antofagastinos quienes, hacía sólo unos años, conducían aterrados con la idea de encontrárselo por las calles de la ciudad nortina.
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